lunes, 31 de enero de 2011

El espejo de la memoria


Ha habido que esperar 45 años para que se publique una biográfia de Rafael Sánchez Mazas, pues hace un par de meses apareció este libro editado por Muelle de Uribitarte dentro de la colección Bilbainos Recuperados, y eso a pesar de que el biografiado naciera en el centro de Madrid. Por cierto a tiro de piedra, literal, de la casa natal de José Antonio.
Riguroso y ceñido, Alfonso Saiz Vadivielso, biógrafo también de Indalecio Prieto, cubre las lagunas que en anteriores acercamientos biográficos nos dejaron los hermanos Carbajosa o Marino Gómez Santos, por ejemplo. Y lo hace guardando la distancia que resulta de rigor, ni se trata de una hagiografía ni se escribe desde la inquina, lo que tratándose de quién se trata no es decir poco.
Biografía aparte, queda aun pendiente de publicación una edición crítica de la mayor parte de la obra de Sánchez Mazas, que necesariamente debería ser desideologizada, lo cual incapacita a los maineres y los gracias. Esa obra completa incluye, además de tres novelas, ensayos, poesía y múltiples artículos y crónicas, y es posible que donde mejor se analice sea en la tesis doctoral de Mónica Carbajosa, inédita y de la que solo conocemos las notas que se han ido publicando.

Unidos por Bilbao y por los libros,
Pedro Mourlane y Rafael Sánchez Mazas fundaron esa editorial que todos soñamos; la que solo publica los títulos que nos interesan. Se llamó Biblioteca de Amigos del País y para aquella aventura se hicieron retratar en 1915 por Aurelio Arteta, ambos vestidos de época y delante de la Universidad de Oñate. Frente a tanto espíritu mudable, yo todavía me imagino allí a los dos un siglo después, pues ambos pertenecían a esa rara especie de los que ni se arrepienten ni se olvidan.






jueves, 27 de enero de 2011

Leica 3f RD


Ayer por la tarde se inauguraba en la Casa Revilla de Valladolid una exposición de la mejor fotógrafa del siglo pasado, que es como decir de toda la historia de la fotografía. Además, ese medio centenar de imágenes de Leni Riefenstahl son de su mejor época, esa que no consiguieron eclipsar ni los nuba ni los fondos marinos, pues son instantáneas tomadas entre 1934 y 1936 en los rodajes de Triumph des Willens primero y Olympia después.
El origen de la muestra no deja de ser una curiosidad, pues ha sido el propio ayuntamiento de Valladolid el que ha comprado a una galería de Nueva York las fotografías, que son copias de la época autorizadas por la autora. Algunas son retratos de la propia Leni hechos durante los rodajes por sus colaboradores y especialmente algunos de aquellos autorretratos que se hizo desnuda en una playa báltica. Y el detalle para fetichistas; se muestra una Leica de 1936 de las que usara durante los Juegos Olímpicos de Berlín. Habrá que comprobar también si está colgada en Casa Revilla esa fotografía que le hiciera a Jesse Owens con Lutz Long y que guardamos desde hace lustros.

Ahora la manera más rápida de llegar a Valladolid es en tren, que te planta allí en menos de una hora. Así que mientras llega el sábado, nos preparamos para presenciar el previsible espectáculo bobo de rasgamiento de vestiduras.







domingo, 23 de enero de 2011

Sharing Salvador Dalí


Hace unos días se inauguraba The Dalí Museum en Florida (EE.UU.) donde se reúne la mayor colección de obra de Dalí fuera de España. El edificio es del arquitecto Yann Weymouth y las trazas exteriores recuerdan a la cúpula geodésica del Teatro-Museo de Figueras que aquí pareciera que se hubiese desbordado fachada abajo. El interior, -sharing Salvador- contiene el sueño acumulado de Reynolds & Eleanor Morse; casi cien óleos entre los que destacan obras maestras absolutas de esas que no se volverán a ver en España.
Entre esas paredes se evidencia la conversión del Dalí diletante surrealista en cotizado pintor de fama mundial que -Gala mediante- se creó pacientemente un personaje al gusto de la sociedad de consumo norteamericana. Pionero en el dominio de los media, tengo la teoría de que ni siquiera se divertía en aquellas puestas en escena en las que fabricaba su máscara y a las que se veía impelido por la vía marital (verdadera Avida Dollars), pues él lo que quería era pasar las horas en su estudio.

Por otro lado, no todos sus antiguos amigos de juventud supieron ni quisieron asimilar el cambio de aquel muchacho prácticamente analfabeto que llegó a la Residencia de Estudiantes devenido luego en el español más popular del momento y que para mayor escarnio había partido piñones con el régimen de Franco. Un Rafael Alberti recién aterrizado de su exilio -melena al viento- llamaba a Dalí "mercachifle desagradable" en una de aquellas entrevistas imprescindibles del gran Soler Serrano.
Sí le cogió en seguida la medida el no menos grande Pepín Bello, que por medio de un amigo nos relató su reencuentro con el genio de Figueras en un revelador párrafo que dice tanto de Dalí como de él mismo. Puede que precisamente hoy sea un buen día para el recuerdo emocionante.

"... Muchos años después, cuando había hecho artificio de aquel sentimiento más o menos espontáneo, pero fresco, con su parte de pureza, vino a Madrid. Ya era el Dalí de la vista perdida, el bigote definitivamente retorcido y el bastón de plata [...] nos vimos en el hotel Palace. Cuando estuvimos frente a frente tuvo la tentación, a la que cedió, de mantener la pose que mostraba ante el mundo. No le dejé actuar ni un segundo. Oye, Salvador, que soy yo, que soy Pepín. Entonces me abrazó y comenzó a llorar. No pudo ni hablar.
Nunca más vi a mi amigo Salvador Dalí."

José Antonio Martín Otín. LA DESESPERACIÓN DEL TÉ (27 VECES PEPÍN BELLO). Ed. Pretextos 2008. Pgs. 108-109.








viernes, 21 de enero de 2011

Sebastianismo


XXXVI

"El vivir qu'es perdurable
non se gana con estados
mundanales,
ni con vida delectable
donde moran los pecados
infernales;
mas los buenos religiosos
gánanlo con oraciones
e con lloros;
los caballeros famosos,
con trabajos e aflicciones
contra moros."


XXXVII

"E pues vos, claro varón,
tanta sangre derramastes
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganastes
por las manos;
e con esta confiança
e con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperança,
qu'estotra vida tercera
ganaréis."

JORGE MANRIQUE. Coplas por la muerte de su padre. (1477).


El retrato del desaparecido de Alcazarquivir fue pintado en 1565 por Cristóvão de Morais y se conserva en el Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa.



miércoles, 12 de enero de 2011

La Gran Vía de Damián Flores

LUIS M. FEDUCHI, 2010. Óleo sobre tela, 46 x 41 cm.


Tampoco es la primera vez que un libro nos lleva a una exposición, pero pocas veces de manera tan recta. Y la portada del libro de ayer con ese cuadro del edificio Capitol como en versión hopperiana de Damián Flores Llanos (Acehúche 1963) nos ha llevado a la Galería Estampa donde está exponiendo ahora una nueva tanda de pinturas dedicada en este caso en la centenaria vía madrileña.
Ya antes había rodeado los aledaños granviarios cuando en la exposición del año pasado se especializó en la arquitectura racionalista, con su particular poética del paisaje urbano y sus escenas intemporales. De todo ese ciclo y del conjunto de su obra tenemos una buena muestra en los catálogos publicados en los últimos quince años que se pueden consultar en su página web, donde yo destacatía además los cuadernos de artista.

Cuando se conoce su obra con cierto detalle es fácil pensar que estamos probablemente ante el más literario de los pintores españoles actuales, por referencias y por discurso formal. Solo a Damián Flores se le ha ocurrido retratarnos a Paul Morand ante San Giorgio Maggiore, a Corpus Barga en Belalcázar o Chaves Nogales asomado a ese balcón del Círculo de Bellas Artes. Con la única que nos ha parecido compartir cierta narrativa es con la obra de Carlos García-Alix, si la comparación es admisible. Hasta el 29 de enero en Justiniano 6.


CHAVES NOGALES, 2010. Óleo sobre madera, 50 cm. Ø


CAPITOL, 2010. Óleo sobre madera, 50 cm. Ø


PALACIO DE PRENSA, 2010. Óleo sobre madera, 75 cm. Ø





martes, 11 de enero de 2011

Capital aborrecida


Por el subtítulo ya se intuye el concepto y hasta la nómina de los apologetas de esa aversión capitalina, pero como Madrid aguanta lo que le echen, resulta que algunos hasta tienen dedicada una calle en la capital de España. Habrá unos más egregios que otros pero en ese medio siglo desde finales del XIX a la posguerra hay tantos nombres imprescindibles que este tomo se disfruta desde el principio. Y es que no podía esperarse que ese paso del poblachón manchego de Mesoneros a la quintaesencia de la ciudad moderna edificada por gente como Feduchi sucediera sin su buena ración de literatura apasionada, con sus exégetas de ocasión y sus políticos metiendo baza entre uno y otro extremo.

Además aquí, la enjundia y la erudición del ensayo viene trufada de anécdota, como aquella observación de Azaña -siempre atento a los detalles- de la coincidencia entre la pérdida de las colonias por España y las mulas de los tranvías por la llegada de la electricidad. He ahí un hombre de Estado. Por cierto, que también es de agradecer que esas notas a pié de página, alarde tantas veces innecesario, se hayan eliminado y se lean de corrido entre los párrafos.
Todo eso nos lo ha empezado a contar Fernando Castillo Cáceres en las cien primeras páginas que llevamos, aunque por lo sustancioso del índice ya irá pasando por aquí algún detalle a recordar. Con la arbitrariedad que nos caracteriza, eso por descontado.




domingo, 9 de enero de 2011

Aviso orteguiano


Impelido por el señor Martínez Hens (de soltero José Luis) empezamos el año con un texto de Ortega, breve pero contundente. Si en marzo de 1930 le manda esa nota a Ramiro Ledesma con un lote de libros para que los reseñe, hoy la frase nos sirve de prevención contra el síndrome de Diógenes aplicado a la mala literatura.
Aunque últimamente hay que reconocer que los libros electrónicos nos facilitan el trabajo eliminando mil páginas con solo apretar un botón así que el último regalo de los magos de oriente pone en evidencia que el que acumula majaderías en un mueble de su casa es porque le da la gana.
Nos quedaremos sin saber los libros que acompañaban la nota de Ortega por lo que nosotros a sensu contrario seguiremos dando cuenta de los que nos parezcan interesantes, electrónicos o no.