sábado, 23 de junio de 2007

El lunes de las Navas


Uno vuelve del campo de la batalla de las Navas de Tolosa como si volviera de las mismísimas Cruzadas, y así fue declarada por el papa Inocencio III a instancias del rey castellano Alfonso VIII.
Pensandolo bien, es un magnífico ejemplo de aquello que decia José Antonio de que la grandeza de la patria se consigue cuando los pueblos que la componen tienen un objetivo común.
De aquellas España no existía, pero las diferecias entre los distintos reinos cristianos (Castilla, Aragón, Navarra, León y Portugal) se obviaron cuando se trató de recuperar los territorios tomados por los belicosos almohades.
La historiografia medieval, renacentista y posterior, llamó a lo de las Navas simplemente La Batalla, tal fue la envergadura del choque: cien mil musulmanes frente a unos cincuenta mil cristianos. Y precisamente esta diferencia hizo que la victoria cristiana estuviera en el aire durante buena parte de aquel lunes.
Mientras las vanguardias se batían en desventaja con el adalid López de Haro al frente, los dos máximos impulsores de la liga (Alfonso VIII y el arzobispo de Toledo Rodrigo Ximenez asistían desde la retaguardia a lo que parecía ser la aniquilación del ejercito cristiano.
Tal fue así que dicen que el rey castellano se volvio al arzobispo colocandose ya su armadura y diciéndole "Vos y yo aquí muramos".
No ocurrieron así las cosas: Sancho de Navarra rompio las cadenas del Palenque musulmán para llevarlas desde entonces en el el escudo de su reino.
Nos dicen que cierta administración públíca está financiando generosamente un "centro de interpretación" de la Batalla de las Navas de Tolosa. ¿Será que hasta ahora la hemos estado interpretando mal?




Imagen: Monumento a la Batalla de las Navas de Tolosa en La Carolina (Jaen)

lunes, 18 de junio de 2007

Wolfgang Laib


A los que -silenciosamente- leéis esto desde Madrid, me atrevo a haceros una recomendación. A las exposiciones masivas y demás fanfarria artística es imprescindible poner contrapunto, y la posibilidad nos la ofrece la muestra del alemán Wolfgang Laib en la sala más escondida del Reina Sofía. No sólo es minimalista, no sólo es conceptual. La idea de la trascendencia y la religiosidad, expresada con un material tan primigenio como...el polen. Origen de todo lo creado, del mismo modo que el Hombre es un ser creado lo sepa o no, lo admita o se niegue a admitirlo. Esta es la idea que nos ofrece Laib.

Más sorprendente aún desde un punto de vista plástico es otra de las cuatro obras presentadas: Milkstone (Piedra de Leche). No podría tener otro nombre y para hacerse idea de la etérea contundencia de la pieza hay que tenerla delante. Hecha de mármol blanco y blanquísima leche no caben descripciones como no las puede haber para el color del polen, que es imposible reflejarlo en una fotografía.
Eso es todo, y hasta el 16 de Julio se puede visitar. Pero ¿se evaporará la leche?




Imagen: Wolfgang Laib "Pollen from Hazelnut" (Polen de avellano).

lunes, 11 de junio de 2007

Tizona


El titular podría haber sido "El Sr. Marqués de Falces hace caja". Sin embargo, el periodista del diario El Mundo, es mucho más políticamente correcto.
La secuencia de hechos es la que sigue. La espada del Cid está depositada en el Museo del Ejército desde hace 60 años, y su dueño pretende que pase a ser propiedad del mismo por la cantidad de 1,5 millones de euros. Durante el periodo de regateo de esta cantidad, se adelanta la Junta de Castilla y León y ofrece al propietario 1,6 por lo que la venta se realiza a esta otra administración autonómica.
Al conocerse la noticia la ministra de Cultura, que era la que había iniciado las conversaciones en nombre del Museo del Ejército, sufre lo que técnicamente podría denominarse un
ataque de cuernos. Manifiesta que se trata de un "falso histórico" y que ellos no quisieron pagar las cantidades barajadas al existir razonables dudas de que esa espada fuera realmente la que usara el Cid.

Personalmente no había dado crédito a esta opinión... hasta que vi las fotos que se adjuntan al reportaje. La casa en la que posa el Sr. Marqués tiene apariencia de falsa de toda falsedad. Ni la chimenea parece una auténtica chimenea, ni el sillón de sky es digno de amueblar el salón de un título de Castilla.
Sólo una idea nos podría reconfortar en todo este dislate: que el Sr. Marqués de Falces emplee parte de ese millón y medio de euros en amueblamiento y dignidad de su casa.
Respecto a si fue esta o no la espada que realmente blandiera el Cid sólo una cosa es evidente; si fue así lo hizo a dos manos, tal es la envergadura del arma.





Imagen: La "Tizona". Foto del Museo de Ejército.

miércoles, 6 de junio de 2007

Escrito a cada instante


Ha muerto
acribillado por los besos de sus hijos,
absuelto por los ojos más dulcemente azules
y con el corazón más tranquilo que otros días,
el poeta Leopoldo Panero,
que nació en la ciudad de Astorga
y maduró su vida bajo el silencio de una encina.
Que amó mucho,
bebió mucho y ahora,
vendados sus ojos,
espera la resurrección de la carne
aquí, bajo esta piedra.

Este epitafio que conmueve lo escribió para sí Leopoldo Panero. De memoria me lo aprendí hace casi 15 años, que son los que rastreo la obra de este olvidado poeta muerto.
Olvidado digo, y oculto bajo todas las etiquetas posibles: comunista primero -amigo de Vallejo-, franquista después; "la caterva infiel de los panero, los asesinos de ruiseñores" diría Neruda. Y también padre de tres hijos, que de acribillarlo a besos podrían haber pasado a acribillarlo a balazos si no fuera porque el hombre tuvo el tino de morir antes de asistir al devenir de su prole.
La descomposición familiar en clave de odio al padre fue minuciosamente analizada en dos -por otra parte- magníficos ejemplos de cine documental español El desencanto (1976) y Después de tantos años (1994).

Intimista, lírico sin caer en romanticismos y al que se podría clasificar en la mejor tradición castellana. A ratos cantor de la maragatería.
La semana pasada leí que Andrés Trapiello ha editado de nuevo el primer poemario del primer Panero poeta. El Panero original, el que no iba de maldito. Yo ya tengo el libro y para su lectura convoco a mi abuelo materno (primo de Leopoldo Panero) al que tampoco conoci. Asi, qué facil es sentirse más cerca de ellos que de muchos coetáneos!




Imagen: Leopoldo Panero y José García Nieto.