miércoles, 4 de septiembre de 2013

Nostalgia del general ignoto



Diarista empedernido, las mejores páginas sobre el Madrid de su época se las hemos leído a Manuel Azaña, comparables por lo menos a las de Corpus Barga. Por su conocimiento de la sicología del madrileño, por lo ajustado de sus conclusiones y  la originalidad con que las expresa. Y cuando todo lo anterior lo aplica a contarnos cual era el ambiente entre sus compañeros de escaño en el Congreso, hay alguno que debiera apartarse antes de que la sinceridad de la cita lo aplaste.


«Por la tarde, en las Cortes, los diputados brillan por su ausencia. Me puse de mal humor, acentuado por la estúpida obstrucción que Ayuso y otros de su jaez hacen a la ley de Orden Público. No saben qué decir, no saben argumentar, ni piensan, ni apenas hablan. No se ha visto más notable encarnación de la necedad. Enmienda tras enmienda, ahítos de pedantería, y vacíos de sindéresis, se presentan como los auténticos defensores de la República. Todo es rancio en ellos, hasta la figura. Y lo que están haciendo me ha hecho pensar por vez primera, desde que hay República, en la del 73. Así debieron de acabar con ella. El espectáculo es estomagante. Si allí se hubiera levantado una voz con sentido común, habría sido para cubrirlos de improperios; diríase que estaban llamando a voces al general ignoto que emulando a Pavía restablezca el orden...»

MANUEL AZAÑA, "Diarios, 1932-1933. Los cuadernos robados". Ed. Crítica (Barcelona 1997) Página 401 correspondiente al 20 de julio de 1933.