martes, 29 de septiembre de 2009

El hombre del bastón


Este hombre que se sienta con las manos
sobre el bastón, el bastón entre las piernas,
el sombrero calado, este hombre
con los ojuelos medio entornados,
mirando más allá, mas acá, no mirando, este hombre.

Este hombre que no tuvo tiempo o gusto
para hacerse el nudo de la corbata,
con las grandes manos sobre el bastón

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José Antonio Muñoz Rojas. RETRATO DE DON ANTONIO. De "Textos Poéticos (1929-2005)" Ed. Cátedra 2006. Pag. 103.

Pudiera parecer que en estos versos, Muñoz Rojas se estuviera retratando a sí mismo en esa fotografía de la
Casería del Conde, pero en realidad recordaba esa otra tan conocida que el madrileño Alfonso Sánchez hiciera de Machado. La suya es de Nacho Alcalá y salió publicada con una entrevista que se le hizo en el diario El Mundo el 30 de septiembre de 2006.

Como ya dejó escrito por aquí un amigo, frente a tanto poeta maldito —real o impostado— estarían los poetas benditos, entre los que tendría ganado un puesto Muñoz Rojas desde la sencillez de sus versos.
Si hay que buscarle algo bueno a la muerte (aunque sea a los cien años) de los autores que apreciamos, será conocer la semblanza que le hacen quienes le conocieron, por lo que tenemos que recomendar de nuevo la de
Aquilino Duque, que siempre tendrá la elocuencia de la primera mano.






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domingo, 27 de septiembre de 2009

Nido de gavilanes


Oh ruina del Alcázar de Toledo.
Yo cantarte no puedo,
convulsa flor, sin desnivel de rimas.
Vivero de esforzados capitanes.
Nido de gavilanes,
que ensayan vuelo hacia las altas cimas.
Ahí nacieron proféticos los sueños,
los sublimes empeños
de la firme y radiante adolescencia.
Y el Tajo que lo sabe, amansa el paso,
sonoro a Garcilaso
y el cielo otra vez cabe en su conciencia…

GERARDO DIEGO, Nocturnos de Chopin. Editorial Bullón, Madrid, 1963, 3ª edición, págs 241 y 242.


Ese verso de Diego en el que nombra la firme y radiante adolescencia de aquellos cadetes, puede que sea lo único que ha quedado de aquel empeño inicial de traer aquí cualquier párrafo del librito de Robert Brasillach. Hasta en eso puede parecer -de momento- que ha salido perdiendo el francés, pero en realidad se trata de una falta de pericia para traducir la obra. Todo se andará.

En cualquier caso las diferencias entre el santanderino y el perpiñanés me parecen solo de matiz, pues el fondo es idéntico; la exaltatĭo de la victoria o muerte, el sacrificĭum, el heroísmo. Pero hoy ¿sabría alguien explicarle a nuestra radiante adolescencia lo que significa todo esto? Qué tonteria.



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jueves, 24 de septiembre de 2009

Hemeroteca en línea II


Bueno, pues ya tenemos aquí cuatro de los números de la revista Mediodía. No se puede decir que en la Biblioteca Nacional se estén dando mucha prisa con el tema de la digitalización, pero algo es algo. Los ejemplares que han subido son los números 2, 8, 10 y 14, y al que quiera conocer lo arbitrario de esta medida le deseamos suerte, aquí hace tiempo que desistimos de buscarle la lógica a las decisiones de la B.N.
Aún no está, por lo tanto, el primer número cuya portada reproducimos aquí y que es por el que –para financiar su impresión– Manuel Halcón empeñó su alfiler de corbata.
Eso sí, de lo que nos han subido se aprovecha todo y hasta la publicidad tiene su aquel; desde la librería Lorenzo Blanco de feliz memoria a Ajuria S.A. Maquinaria Agrícola, de la que era representante el gran Adriano.

De postre, ya tenemos también la colección completa (porque son tres números, claro) de Caballo Verde Para La Poesía, maravilla de alarde tipográfico del matrimonio mejor editado (hasta que se desencuadernó), el de Concha Méndez y Altolaguirre.



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sábado, 19 de septiembre de 2009

In exiguo nunc ego sarcophago


CONSIDERAM MVSIS FRANCISCVS GRANDE LYCOEVUM
CONDOR IN EXIGUO NUNC EGO SARCOPHAGO
PROETEXTAM JVNXI SACCO, GALEAMQVE GALERO,
FRATER, DVX, PROESVL, CARDINEVSQVE PATER
QVIN VIRTVTE MENAM JVNCTVM EST DIADEMA CVCVLLO.
CVM MIHI REGNANTI PARVIT HESPERIA.

Si no estuviésemos avisados, todo este libro escrito a base de párrafos arcaizantes de refranes antiguos y dichos en castellano viejo, pensaríamos que en vez de Luys Santa Marina, lo habría escrito el mismísimo Pedro Martir de Anglería, al que por cierto se cita un par de veces en estas páginas. Seguro que a quién no le importe tener la impresión de estar leyendo como legajos antiguos disfrutará con este libro.
Luys nos participa de la vida del Cardenal Cisneros, por el que nos transmite su admiración sin ahorrarle su carga violenta y autoritaria de hombre de Estado, ni su sacrificio y piedad de hombre de Iglesia.

El texto del sepulcro, en el alcalaíno Colegio de San Ildefonso, lo redacta Juan de Vergara, y el propio Santa Marina nos lo traduce como remate de la biografía:

"Yo, Francisco, que hice levantar un gran Liceo en honor a las Musas, descanso en este reducido sarcófago. Ceñí la púrpura con el sayal, usé del casco y del píleo; fraile, caudillo, ministro y cardenal; llevé al mismo tiempo, sin pretenderlo diadema y cogulla, cuando España me obedeció como rey."

Sólo en una cosa no podremos darle la razón al epitafista Vergara, pues ni el sarcófago nos parece tan reducido, ni las magníficas fotos de Alejandro Blanco nos dejarán por mentirosos.




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miércoles, 16 de septiembre de 2009

Luys Santa Marina, el archipuro


Se me ocurre que Luys Santa Marina (1898-1980) hubiera reaccionado con indiferencia en el supuesto imposible de que conociera el olvido que cubre a su persona. Sobre todo si tenemos en cuenta que ya en vida se negaba a revelar qué circunstancias de primera juventud lo llevaron a alistarse en la Legión o qué probable vida en América lo llevó a traducir el inglés de Huxley o de Kipling, por ejemplo. Recelos contra los pesquisidores de su intimidad, como nos dice José Luis Gordillo Courcières en su librito Notas de Vida y Obra donde intenta dar luz a este retrato de trazos intermitentes.
De su obra inencontrable, quedan algunas biografías del siglo de oro de las que era estudioso, y de su poesía leída a golpe de antología, destacaremos el mejor ubi sunt azul mahón que, como no podía ser menos, desciende -en línea recta- de Manrique.

Los que hicieron a diario cosas propias de arcángeles,
los niños hechos hombres de un estirón de pólvora,
los que con recias botas la vieja piel de toro
trillaron, en los ojos quimeras y romances,
¿adonde están ahora? -decidme- ¿qué se hicieron?

Pocos años bastaron para enfriar sus almas,
aquel sueño glorioso creen que no vivieron,
no yerguen las cabezas ni les brillan los ojos
al mirar cómo pasan sus marchitas banderas.
¿Adonde están ahora? -decidme- ¿qué se hicieron?
... /...

De su madurez desengañada de la revolución pendiente nos quedan los testimonios de su desprecio de prebendas oficiales y de su humilde piso barcelonés en la plaza de Medinaceli donde estuvo confinado sus últimos años por no poder salvar las escaleras. Fue el peaje que tuvo que pagar por su fidelidad a sí mismo y a la auténtica Falange. Hasta Dionisio Ridruejo le ofreció su reconocimiento con aquel epíteto que no se reservaba ni para sí mismo: archipuro Santa Marina.

Y todo esto antes de ponernos con la antología recién publicada en Comares "En el alba no hay dudas", a cargo de Juan Marqués, del que sabemos poco más que pertenece a la escudería de José Carlos Mainer. En el peor de los casos, el prólogo será el peaje que tendremos que pagar nosotros para conocer mejor a Santa Marina. El archipuro.

El retrato de Luys a los 24 años lo dibujó su hermano José María, y pertenece al archivo de José Mª Calzada.


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domingo, 13 de septiembre de 2009

La importancia de la limpieza


Una obra maestra absoluta como el retrato que hizo de Aizpúrua su amigo Jesús Olasagati que tenemos más abajo, necesitaba de otro retrato que no desmereciera, y ayer nos surgió la ocasión.
La historia de este "Retrato de hombre" del Museo Metropolitano de Nueva York, se publicó el jueves en el New York Times, donde nos cuentan que el resultado de la última limpieza de repintes y barnices del cuadro demuestra que es una obra de Velazquez y no de taller como se pensaba. La manera en que titula la noticia el NYT resulta muy expresiva, pues viene a ser "Un antiguo maestro español sale de la mugre". Ellos sabrán como lo tenían así.
La conclusión primera nos llevaría a negar esa teoría que nos quiere convencer de que la higiene es un mito y reivindicaríamos la importancia de la limpieza.
Cuestión aparte sería considerar la obra como un autorretrato del sevillano o el parecido con el soldado de la derecha de "La rendición de Breda" como nos plantea Mr. Christiansen, conservador de pintura europea del MET.

Me ha gustado bastante el artículo del diario neoyorquino por objetivo y bien redactado y en eso parece que coincido con los principales periódicos digitales en España, pues al día siguiente todos se han limitado a redactar un texto más o menos refrito del referente americano, pero con menos gracia. Qué se le va a hacer.

La imagen del cuadro, maravilla en tonos pardos, es la primera que ha hecho pública la web del Museo Metropolitano de NY tras la restauración.



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lunes, 7 de septiembre de 2009

José Manuel Aizpúrua en Madrid


Resulta difícil encontrar huellas de José Manuel Aizpúrua en Madrid, puesto que nunca se llegó a construir ni el proyectado Museo de Arte Moderno (1933) ni la Escuela de Ingenieros de Montes (1935).
Pero vasco de pura cepa y arquitecto de vocación que podía haberse ido a estudiar a cualquier capital europea, se vino a la Escuela de Arquitectura de Madrid donde en el oscuro caserón de la calle Toledo prepararía el asalto del Arte Nuevo. En aquellos años de estudios (1921-1927) frecuentó la Residencia de Estudiantes donde vivían dos de sus primos y conservó siempre de aquella época su amistad con Lorca, con el que su propio fusilamiento tiene tan pocos días de diferencia. Su sobrina María Ángeles Aizpúrua Sánchez, dice que la familia hubiera querido que se quedara en la Residencia, pero Josecho prefirió las casas de huéspedes de la zona Callao-Gran Vía, tan poco elegantes para la época.

Un recuerdo fugaz de la obra del donostiarra en Madrid sería el edificio de la Piscina Club Stella, que se mantiene milagrosamente en pié y donde sus arquitectos tomaron como modelo aquel barco en la ciudad. Y un segundo recuerdo sería el magnífico retrato que se conserva en la E.T.S. de Madrid y que le hiciera su amigo Jesús Olasagasti, oleo sobre lienzo de 1930 (78x68 cm.) y del que acabo de conocer las geniales fotografías preparatorias.
Precisamente hoy recordaremos a José Manuel Aizpurúa, ya que leemos que en otros sitios como Fuenterrabía se hace lo posible por ocultar al genio.


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