lunes, 28 de octubre de 2013

Memòria personal



«...En cambio, para la pintura contemporánea, muy pronto me pareció que mi padre no tenía ningún gusto. Mejor dicho, tenía un mal gusto horroroso. No entendió nunca la pintura del siglo XX y todavía menos la que posteriormente hice yo, y esto último fue motivo de grandes disgustos. Cuando yo ya comenzaba a hacer algún cuadro me dijo un día -definiendo bastante bien sus ideales-: "Escucha, en lugar de pintar esas tonterías tan poco serias vamos a ver si serías capaz de hacerme un tema humano como el siguiente: un grupo de niños con caritas angelicales, que miran un teatro de marionetas, y su padre, que desde el escenario mueve los muñecos y asoma la cabeza por un lado para contemplar las reacciones de sus hijos queridos."»

ANTONI TÀPIES, "Memòria personal". Ed. Crítica (Barcelona 1977) Página 94.








miércoles, 4 de septiembre de 2013

Nostalgia del general ignoto



Diarista empedernido, las mejores páginas sobre el Madrid de su época se las hemos leído a Manuel Azaña, comparables por lo menos a las de Corpus Barga. Por su conocimiento de la sicología del madrileño, por lo ajustado de sus conclusiones y  la originalidad con que las expresa. Y cuando todo lo anterior lo aplica a contarnos cual era el ambiente entre sus compañeros de escaño en el Congreso, hay alguno que debiera apartarse antes de que la sinceridad de la cita lo aplaste.


«Por la tarde, en las Cortes, los diputados brillan por su ausencia. Me puse de mal humor, acentuado por la estúpida obstrucción que Ayuso y otros de su jaez hacen a la ley de Orden Público. No saben qué decir, no saben argumentar, ni piensan, ni apenas hablan. No se ha visto más notable encarnación de la necedad. Enmienda tras enmienda, ahítos de pedantería, y vacíos de sindéresis, se presentan como los auténticos defensores de la República. Todo es rancio en ellos, hasta la figura. Y lo que están haciendo me ha hecho pensar por vez primera, desde que hay República, en la del 73. Así debieron de acabar con ella. El espectáculo es estomagante. Si allí se hubiera levantado una voz con sentido común, habría sido para cubrirlos de improperios; diríase que estaban llamando a voces al general ignoto que emulando a Pavía restablezca el orden...»

MANUEL AZAÑA, "Diarios, 1932-1933. Los cuadernos robados". Ed. Crítica (Barcelona 1997) Página 401 correspondiente al 20 de julio de 1933.








miércoles, 10 de julio de 2013

Desafueros


«No deja de asombrar que este creador, probablemente, el más profuso y de los de mayor calidad literaria de su tiempo, haya pasado inadvertido para estudiosos y críticos durante tres cuartos de siglo. No es suficiente el purgatorio que hubieron de sufrir los escritores que ganaron la guerra porque, a partir de Falange y literatura (1971) la precursora antología de Mainer que, sorprendentemente, no lo incluye y apenas lo nombra diversos autores fueron rescatando los nombres del falangismo militante, por muy desaforados que fueran algunos de sus escritos. 
No así Borrás, sobre el que el texto más extenso siguen siendo las cincuenta y pico páginas bien informadas, por cierto que Entrambasaguas puso a su edición de La pared de la tela de araña...»


JAVIER BARREIRO, de su introducción a "Cuentos gnómicos" de Tomás Borrás. Ed. Anthropos (Madrid 2013) con estudio biográfico de José Antonio Martín Otín y análisis literario de Miguel Pardeza.











martes, 12 de marzo de 2013

Camino a Tamorlán


«...Fuera de la ciudad, entre el muro y el mar en derecho de la otra ciudad de Pera, hay muchas casas en que venden cantidad de cosas, y almacenes que tienen las mercancías que allí traen a vender por la vía marítima.
La ciudad de Constantinopla está junto con el mar, y las dos partes de ella están rodeadas por el mar, como os he dicho, y enfrente está la ciudad de Pera, y entre ambas ciudades está el puerto. Constantinopla es semejante a Sevilla y Pera a Triana; el puerto con los navíos en medio de las dos, y los griegos no la llaman Constantinopla como nosotros sino Estambul».

RUY GONZÁLEZ DE CLAVIJO. Embajada a Tamorlán. Edición de Francisco López Estrada. Ed. Castalia 2004. Pag. 89.










lunes, 4 de marzo de 2013

El polvo del olvido



«Misiones Pedagógicas marcó un hito que recogió la llamada Sección Femenina de la Falange para seguir una tarea que estaba marcada de antemano; quiero decir que, evidentemente, Torner, de la Residencia de Estudiantes, Benedito, del Instituto-Escuela, el mismo Federico, ya habían recogido, al lado de otros musicólogos etnólogos, la riqueza de nuestro folklore; la Sección Femenina no hizo sino continuar las directrices marcadas, pero con mayor riqueza de medios. A Alejandro Casona y a sus huestes le son debidas muchas, muchísimas cosas, pero ésas, como la labor de la Barraca, se cubrirán con el polvo del olvido; polvo y polvo que sin cesar cae, que nos atenaza, que nos cubre y del que nadie se librará porque la misión del polvo no es recordarnos nuestro origen -en realidad somos un poco de agua y un poco de limo- sino cubrirnos, como la capa pluvial que cubre al obispo de Valdés Leal».

    
LUIS SÁENZ DE LA CALZADA. La Barraca. Federico García Lorca y su teatro universitario. Ed. Revista de Occidente. Madrid, 1976. Pag. 119.










viernes, 8 de febrero de 2013

Ô morts de février



«Les derniers coups de feu continuent de briller,
Dans le jour indistinct où sont tombés les nôtres,
Sur onze ans de retard,serai-je donc des vôtres ?
Je pense à vous ce soir, ô morts de février».

ROBERT BRASILLACH. Poèmes de Fresnes. Editions Les Sept Couleurs, 1950.


La Misa por Matías Montero será esta tarde en el santuarío del Sagrado Corazón de María (Ferraz, 74) a las 20 horas.












viernes, 1 de febrero de 2013

El Árbol del Bien y del Mal


Más desahogo.

«Una tarde me avisó Areilza que a la mañana siguiente iríamos a la Central a ver actuar a Eva Perón.
Nos pasaron a una sala grande y un tanto destartalada donde ya estaba Eva junto al Árbol del Bien y del Mal, que en ese caso era una mesa ante la que el Mal estaría representado por oligarcas a los que iría haciendo entrar y, a cambio de promesas, despojarles de sus carteras, que vaciaba en la mesa hasta convertirla en Banco de caridad. Y por el otro lado, una larga cola de desgraciados, de pobres, de indígenas representantes del Bien. Y a los que iría demandando sobre sus penas, y penurias y entregándoles fajos de billetes. Mientras gritaban, ¡Evita! ¡Evita! y lloraban y la pringaban de lágrimas y de mocos.
Cuando terminó aquel dramón, Eva estaba pálida, exhausta,  mientras ingería una tableta y bebía un vaso de agua... »  

ERNESTO GIMÉNEZ CABALLERO."Memorias de un dictador". Ed. Planeta 1979. Pag. 245.