viernes, 25 de noviembre de 2011

Noticiario de Cineclub


La calle Canarias tiene hoy ese aire de eventualidad y prisa de los aledaños de toda estación de trenes que se precie, en este caso la populosa Puerta de Atocha que ahora está casi en centro de la ciudad. Pero hace 80 años esa zona de Delicias era mitad arrabal fabril mitad paisaje de desmontes, y allí plantó sus reales Ernesto Giménez Caballero en el número 41 (hoy 45). En apariencia externa, poco ha cambiado desde entonces esa finca de tres pisos, aunque sí en todo lo demás. Casa que fue germen de todas las vanguardias artísticas y literarias, desde el sótano, donde se empezara a imprimir en 1927 La Gaceta Literaria hoy, para nuestra vergüenza, almacén de productos de limpieza hasta la azotea, ocasional plató de filmación de la intelectualidad de la época como hemos descubierto ahora al completo en el documental de Gecé Noticiario de Cineclub (1930), diez minutos concentrados de literatura en movimiento.

Por lo que respecta a las escenas de la azotea de la calle Canarias hay tomas en dirección norte, en las que nuestro filmaker
de ocasión aparece con la ciudad de fondo, y otras en dirección sur con Salvador Dalí y Gala aquí todavía Mme. Eluard en las que se divisan las chimeneas de la cercana fábrica de Cervezas El Águila (hoy Biblioteca Regional Joaquín Leguina). Algunas otras escenas son de aquel famoso homenaje se dio al conde de Keyserling y que ya ha salido en esta tertulia y en las que aparecen desde un silencioso Baroja a un Alberti haciendo aspavientos delante de Ramiro Ledesma.

Todo esto lo hemos descubierto porque ayer mismo se presentó el primer grupo de 93 documentales que la Filmoteca Española ha empezado a subir al canal Youtube con algunos de sus fondos de las décadas de 1920 y 1930 y que ya están en línea. No vamos a dar más pistas, solo advertir que cualquiera puede ponerse a curiosear unos minutos y le puede dar la noche.
















sábado, 19 de noviembre de 2011

Aquel imperativo de belleza



«
...Un supremo imperativo de belleza asistió a la víctima en el sacrificio. Un gusto por la forma, un respeto ideal por las jerarquías inermes [...] Las escuadras se mandan aquí contra los hombres, pero también, ¡no faltaba más!, contra los elementos. Se apetece la honra, pero se sabe que no hay honra entera, si se pierden los barcos. La palabra del que va a morir, puede pasar del Testamento a la lápida; pero no puede pasar al latiguillo.
De cara a la muerte, José Antonio testimoniaba, a la vez que de su adhesión a la vida, de la gentileza elegante de esta su vocación. Su anhelo no era un apetito. Su fortaleza no era una adustez. Moría más bien, en cierto sentido, con el desdoble irónico de un Sócrates que con la entereza fanática de un Séneca… Y ésta es la ley del Testamento.
»

Eugenio d´Ors. Publicado en Arriba el 19 de noviembre de 1944. (Pag. 3)

Como deciamos ayer, una de las historias lúcidas (pero oscurecidas) de d´Ors puede ser esa interpretación que hace del testamento de José Antonio al que toma en comandita con Sócrates, con Ulises, con Manrique... y le abre las puertas de la Legenda Aurea. Esto es; del sebastianismo a la leyenda dorada. Se diría que d´Ors nos persuade del sofrosine joseantoniano por el contraste con la redacción de su propio texto.

A pesar de la jornada de reflexión ¿? parece que cierta concentración ha sido finalmente autorizada con todos los marchamos y tampones necesarios, de manera que ya sabemos lo que eso significa, numerosas furgonetas blindadas y dos antidisturbios por cada concentrado. Habrá que plantearlo de otra manera: esta noche a las 21:30 reunión de amigos bajo el Angel Custodio en Génova 24.







jueves, 17 de noviembre de 2011

Historias lúcidas


Cuando hemos visto esa foto que acompaña la invitación de la Fundación Banco Santander hemos recordado aquello que contó JRJ. cuando una tarde paseando por la calle de Alcalá vio a lo lejos aparecer un hongo gris e inmediatamente pensó en Eugenio d´Ors... ¡y era Eugenio d´Ors! Lo cuenta Dámaso Alonso con bastante gracia -y entre otras gracias- en una de aquellas entrevistas imprescindibles de Soler Serrano. Aquí a partir del minuto 4.

Lo que se va a presentar el próximo martes es un tomo con una selección de las novelas de Xenius menos conocidas, lo que no habrá resultado difícil entre el vasto corpus dorsiano, vidriera multicolor que el propio autor se empeñaba en oscurecer con betún de Judea. Claro que los que estamos menos versados en la obra del barcelonés tenemos la ventaja de que casi cualquier cosa que nos presenten resulta novedad.
Parece que el propio d´Ors dejó dicho (¿o fue Ramón?) que en Madrid a las siete de la tade si no das una conferencia te la dan. Esta será a las siete y media en Amaniel 29.













martes, 15 de noviembre de 2011

Historia de un encuentro


Leíamos el otro día que el gobierno saliente se ha sacado de la manga el Premio Nacional de Tauromaquia, probablemente movido por la mala conciencia y como queriendo compensar dejaciones flagrantes. Frente a proteccionismos de ocasión habría que recordar que ni Rafael Gomez Ortega ni Antonio Ordoñez necesitaron nunca del criterio de políticos de turno. Por otra parte nos parece imposible que la Fiesta, contra la que no pudieron ni reyes ni papas, la ponga en riesgo el animalismo tontorrón que ahora se estila.

La pervivencia de la tauromaquia vendrá por su reconocimiento como patrimonio inmaterial de un pueblo y por la consideración del toreo como lo que es; arte efímero, aunque no esté al alcance de todos. Y hacer accesible
ese misterio lo consigue el documental de Ader Duque que nos pasaron ayer "Morarte. Historia de un encuentro" en el que la protagonista es la Fiesta y la excusa es Morante de la Puebla.

La fotografía, de la colección de Juan Pelegrín, otra de las Bellas Artes.









lunes, 7 de noviembre de 2011

Kippenberger, work in progress


La crónica nos habla de una agresión involuntaria por parte de eficiente empleada de la limpieza; la buena señora dejó como una patena la artesa de goma que aparece en la base de la obra Cuando los tejados comienzan a gotear de Martin Kippenberger, artesa que antes lucía una costra de probable origen cálcico. Nadie sabe si a partir de ahora podrá volver a exponerse la obra, luminaria del arte de occidente y espejo donde se miran los andamios de toda Europa, pues su genuina naturaleza ha sido irreversiblemente modificada.
A los jefes de la empresa de limpieza no les llega la camisa al cuello desde que saben que la obra está asegurada en 800.000 euros. En ningún momento han pensado felicitar a su empleada por el celo demostrado, más bien le recriminan haberse acercado a menos de veinte centímetros de las obras de arte, que era lo preceptivo. Como si las pelusas de los suelos respetaran ese caprichoso cálculo.

El que de ningún modo quiere salir del anonimato es el coleccionista propietario de la obra, es normal que no quiera que se sepa el dineral que debió pagar en su momento por esa especie de perchero multiusos ahora fatalmente violentado. Aunque conociendo al coleccionista-tipo de la obra de los últimos años de Kippenberger yo me lo imagino jubilado neoyorquino de vuelta de todos sus negocios y de ida de todos sus caprichos. Pueblo elegido, por descontado.

Pero debemos reconocer que de la obra del alemán siempre recordaremos cierta exposición de dibujos y cartelería en 1989 -cilla del Cabildo- que tuvo mucho que ver con cierto deslumbramiento y rotura de esquemas. Claro que por aquel entonces Kippenberger todavía no se dedicaba a la carpintería.