lunes, 7 de enero de 2008

Riesgo y ventura de Antonio Marichalar


"Se olvidó de sí mismo. Deja una obra útil y dispersa. La gratitud de algunos se lo tendrá en cuenta. Gozó de una vida sosegada y ha tenido una muerte saludable: modelo de discreta entereza. Fue un hombre, y además escribió y resultó ser católico"

Estas palabras del propio Antonio Marichalar -escritas a la muerte de su amigo Albert Thibaudet- son las que mejor le describen a él mismo según su estudioso, el profesor Ródenas de Moya.
A pesar de licenciarse en Derecho, ejerce desde muy joven la crítica literaria y plantando sus pies en una vasta cultura clásica, es estudioso y descubridor de su contemporaneidad en la literatura y el arte. Por un lado es el introductor en España de la literatura inglesa y francesa de su época, y por otra da a conocer en Europa toda la Generación del 27 de la que forma parte.
Colaborador de Ortega en la Revista de Occidente, nuestra guerra civil supone en su vida un punto de inflexión, dedicándose a partir de entonces a la investigación histórica de nuestro siglo de oro. Académico de la Historia desde 1956.
De su escasa obra, termino ahora de leer su libro más conocido y muy celebrado en su momento Riesgo y ventura del duque de Osuna, biografía de Mariano Tellez-Girón, 12º duque de Osuna, fascinante y calamitoso. Seguro que no podremos achacar nada de esa calamidad a nuestro Marichalar, pero yo sí creo que es la prosa de nuestro hombre la que sabe hacernos fascinante al dandy dilapidador y prescindible. Vocabulario tan exacto como exuberante, cada párrafo es un hallazgo.
Tras años de búsqueda intermitente y semanas de encargo en librería de viejo, consigo por fin un ejemplar de 1959 que pago a un precio verdaderamente aristocrático. Y aún después de cerrado, este libro cargado de ironías nos ofrece una última: Precio 40 Pesetas.


Imagen: "Riesgo y ventura del Duque de Osuna" 5ª Edicion de 1959.

10 comentarios:

Terzio dijo...

Oh! Lo leí estando en Roma, en el 92-93.

El título ya es literatura. Y la semblanza del pródigo duque, casi una vánitas de nuestro XIX isabelino.

Puede que hasta tenga un ejemplar de esos de Austral, perdido por ahí.

(Lees esas cosas, regalas libritos de Antonia Díaz, fotografías la casa de D'Anunzio, peregrinas a Annual: ¿Eres consciente?)

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Joaquín dijo...

Las humorísticas cartas de Valera desde Rusia también dejaron un retrato imperecedero del Duque, por el derroche magnificente...

Morgenrot dijo...

Muchas Gracias por la información.
Este libro lo he anotado entre los pendientes de ADQUIRIR, espero que pronto esté entre mis pendientes de LEER.

Alfaraz dijo...

De nada. Espero ser correspondido.

Ir a Roma a leer "el Osuna", eso si que es ser exquisito, caro Terzio.

Debes saber Joaquin, que con tu comentario acabas de darme un nuevo trabajo..

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Terzio dijo...

Leer paisanos fuera de las fronteras, allende los Pirineos que nos separan del resto, es un muy recomendable ejercicio de higiene literario-patriótica de saludabilísimos efectos.

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Joaquín dijo...

Hay edición reciente de las Cartas desde Rusia

Alfaraz dijo...

¿¿Prologo de Carmen Calvo??..Dios mio.
Gracias Joaquin.

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Morgenrot dijo...

Supongo que el "prólogo" de Carmen Calvo debe ser una broma tardía del día de los inocentes...; ¿no dirá eso de "alguien o alguienes?.

Gracias Joaquín por tu información sobre "Cartas desde Rusia", lo he anotado en mis pendientes.

enrique dijo...

Ese delicioso libro de la benemérita colección austral lo compré en la cuesta de moyano, como no podía ser de otra manera. Incluso hice una entrada en mi blog glosando la figura del Duque de Osuna reflejado en las páginas de Marichalar.

Alejandro dijo...

Dilapidador, derrochador...yo creo que fue un hombre que supo vivir y se gastó en vida lo que era suyo. No tuvo hijos, y bastante diversión dejó para sus herederos repartiéndose sus títulos, los de la Casa mas poderosa de aquel tiempo.

Su broma póstuma fue que dejó impagado su monumental sarcófago, tan monumental que no pudo ser alojado en el panteón familiar y debió quedar en una capilla de la iglesia. El artista que lo construyó pleiteó para cobrar su trabajo, y la justicia se encontró con un caso inédito: tener que proceder al desahucio de un cadáver. Al final don Mariano continuó descansando en paz de su azarosa vida