«Yten mando [...] que un rrettrato mio de cuerpo entero pintura de Don Barttolome morillo se enttregue al ssº administrador que es o fuere de la dha cassa a quien suplico le mande Poner en la parte que le Pasressiere della, donde puedan acordarse de Pedir a Dios nuestro señor misericordia por mi anima que es mi yntencion no otra algª-»
Testamento de Don Justino de Neve (1685). Archivo Histórico Provincial de Sevilla, prot 13030, ff1238r-45r.
Se muestran en el Prado diecisiete obras que quieren resumir la amistad entre Murillo y el canónigo Justino de Neve, entre el artífice y el culto mecenas, y mientras las repasamos vamos aumentando el grupo de los que podrían participar por derecho propio de esa amistad. Uno de ellos sería don Diego Angulo, que tanto trató a ambos y que llegó a identificar en la testamentaría del canónigo ese reloj del retrato que le hiciera su amigo. O entre los que todavía pueden contarlo, Enrique Valdivieso al que recientemente se le debe el más atinado catálogo de la obra de Murillo eliminando tanto cuadro de dudoso taller e incluyendo obra hasta ahora considerada menor, como esas miniaturas sobre cobre o esas otras escenas sobre láminas de la obsidiana que llegaba a Sevilla desde los puertos de Indias.
Estas diecisiete muestras de amistad y amor al arte se exponenn hasta septiembre en las salas en penumbra del Prado, y a partir de octubre en el Hospital de Venerables Sacerdotes de Sevilla, que es el sitio para el que algunas de ellas se concibieron. Como ese retrato de don Justino en cuyo testamento nos insinúa que no se hizo pintar por vanidad terrena, sino por pedir oraciones para su alma a todo aquel que lo viera.
1 comentario:
Pues a partir de octubre espero verlo en los Venerables...
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