En algún sitio oí que las catedrales del siglo XX son los centros comerciales. Yo me desengañé hace una semana cuando conocí la Terminal 4 del madrileño aeropuerto de Barajas. La sensación de libertad, la monumentalidad transparente, la fé en la técnica... Todo eso piensas mientras vas en dirección a la puerta de embarque. Es evidente que la naturaleza ayuda: techos de bambú, piedra caliza en el suelo y vistas de la sierra del Guadarrama.
Este es el mejor legado que podría dejar en Madrid Antonio Lamela, después de obras como las Torres de Colón o su propio estudio en O´Donell 33.
Lástima haber tardado un año en descubrirlo. Sólo una pega: a partir de ahora despegar o aterrizar desde cualquiera de las otras tres terminales será una suerte de castigo. Intentaremos que no ocurra.
Este es el mejor legado que podría dejar en Madrid Antonio Lamela, después de obras como las Torres de Colón o su propio estudio en O´Donell 33.
Lástima haber tardado un año en descubrirlo. Sólo una pega: a partir de ahora despegar o aterrizar desde cualquiera de las otras tres terminales será una suerte de castigo. Intentaremos que no ocurra.
Imagen: sala de acceso a la Terminal4 de Madrid-Barajas
1 comentario:
Bien.
Para una terminal de aeropuerto, sí.
Los modernos para lo moderno.
Una terminal neogótica sería terrible: Tanto como la infame piramidita de cristal en la cour de Le Louvre.
+T.
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