domingo, 16 de diciembre de 2007

Ángel en llamas


Se acaba este año del 80 aniversario de la generación del 27, y termino hoy de leer el poemario que la editorial Renacimiento publicó el año pasado de este miembro non grato de la misma.
Pues, aunque por edad y estilismo pertenecía de lleno, Cesar González-Ruano fue sistematicamente ninguneado por los miembros canónicos del 27. Hasta el punto de que Pedro Salinas en carta de 1946 a Jorge Guillén se refiere a Ruano como "sinvergüenza conocido y profesional".
Mientras, nuestro autotitulado Marqués de Cagigal seguía cabalgando sobre su poesía angélica, de la que tenía una curiosa concepción, pues de la misma forma que Velazquez pintó su Juan de Pareja para hacer mano antes de empezar el retrato de Inocencio X, Ruano decepcionado ante la escasa repercusión de su poesía, sólo acudía a ella como "gimnasia para la prosa".

Poesía: ansia de no morir.
Y honda sospecha
de que he de morir para que vivas
sin mi antipática presencia.
Hija a la que estorba un padre loco,
lograda ya su plenitud perfecta.

Sería finalmente reconocido por su ingente labor de articulista, o como él mismo decía literatura periodística, y en sus últimos años en medio de premios y distinciones, se dedicó desde su piso de Ríos Rosas 54 a cultivar su personaje tanto como su obra.
Conocido por sus magníficas Necrológicas, unos días antes de morir -también un 15 de diciembre- había escrito. "El terror es blanco. La soledad es blanca". La mejor necrológica hubiera sido la suya propia. Queda para el año próximo su libro de memorias.




Imagen: Cesar González-Ruano en 1958.

2 comentarios:

Terzio dijo...

Eres extraño, con gustos estéticos tan dispares: Pésimos y perversos en arquitecturas, selectos y exquisitos en letras.

Y no eres Géminis, ¿verdad?

'

Alfaraz dijo...

Libra, pero ¿alguien cree en eso?

Esta es la última que me he aprendido:

Vino, venció. Fue vencido
en lo que quiso vencer.
Escribió, y en el tintero
dejó lo que quiso hacer
por hacer lo que quisieron
Y se fue.

C. G-R.

.