« ...Permitir el paisaje trastornado de la Encarnación. Eso es otra cuestión, es la vinculación al poder con una simbología muy concreta. El efecto Bilbao se produce sólo una vez y si está bien gestionado. ¿Quién va a venir a la ciudad de Sevilla a ver esas intervenciones? Esta ciudad tiene que volver a proponer al visitante lo que sedujo a Matisse, al Corbu, a Duchamp».
Eso de intentar reproducir el efecto Bilbao en capitales sinnúmeras y pueblos varios de la geografía española lo decía Juan Suárez el otro día (la entrevista completa en el Diario de Sevilla) y puede considerarse uno de los mayores problemas de la arquitectuta actual, amén de una catetada. En el caso que nos ocupa, además, parece que nadie se dió cuenta que aquella orilla industrial bilbaína no tiene nada que ver con el centro de Sevilla, y que las proporciones no resultan igual en según que sitios. Y tiene mayor significado que eso lo diga uno de los artífices de la renovación artística sevillana de finales de los 1960.
Eso de intentar reproducir el efecto Bilbao en capitales sinnúmeras y pueblos varios de la geografía española lo decía Juan Suárez el otro día (la entrevista completa en el Diario de Sevilla) y puede considerarse uno de los mayores problemas de la arquitectuta actual, amén de una catetada. En el caso que nos ocupa, además, parece que nadie se dió cuenta que aquella orilla industrial bilbaína no tiene nada que ver con el centro de Sevilla, y que las proporciones no resultan igual en según que sitios. Y tiene mayor significado que eso lo diga uno de los artífices de la renovación artística sevillana de finales de los 1960.
Respecto a la vinculación de la arquitectura con el poder político local, un dato al margen: el alcalde de aquella Sevilla de 1933 que vino a conocer el Duchamp que cita Suárez era el médico José González Fernández de Labandera, del que leo su celo con el presupuesto y sus críticas al despilfarro del dinero público. Ya se ve que por el lado político el caso actual tampoco aguanta la comparación.
4 comentarios:
Malos -malísimos- tiempos para la arquiectura.
También...
Esto sí que es un auténtico cascotazo.
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Yo no me lo creí cuando lo ví.
A L U C I N A N T E.
Los cielos que perdimos de Murube son como una broma al lado de "esto".
Fuerte abrazo querido amigo
ONDA
Tienes mucha razón, pues creo que éste es un ejemplo perfecto de lo que Romero Murube hubiera llamado cielo perdido.
Por cierto que ayer fue el aniversario de la muerte del gran Joaquín.
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