sábado, 9 de abril de 2011

Ruralismo y felicidad


Más de dos siglos después de la muerte de Fernán Caballero, la última referencia nos la daba hace unas semanas el libro de Fernando Castillo Cáceres, cuando nos la propone junto a José Mª de Pereda como ejemplo del ruralismo costumbrista que se resiste al advenimiento de la industrialización, con todo lo que eso trae consigo. Sus novelas, tantas veces de ambiente levítico y de lucha entre el bien y el mal que tanto gustaba al P. Coloma, han quedado ya como el epítome de una sociedad que deja de existir.

En el mismo pueblo en que sitúa su novela La Familia de Alvareda y a unos metros del domicilio de sus protagonistas, se mantiene parte de la vivienda que habitara Doña Cecilia. Tres veces viuda y con problemas económicos durante gran parte de su vida, aquí el epigrafista nos dice que fue feliz. Influidos por cierto optimismo primaveral, no le llevaremos la contraria.









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