Recordaba ayer aquel comentario (o maldad, o reproche) cernudiano contra los poetas profesorales a los que la ocupación laboral no permitía dedicarse por entero a su poesía. Aunque en el pecado bien que llevó el sevillano la penitencia habida cuenta de las veces que tuvo que sobrevivir de sus clases por mucho que siempre intentara desasirse de lo que para él suponía un lastre que lo alejaba de su obra. Sin embargo, la practica nos dice que ni la dedicación exclusiva es garantía de nada ni el ser maestro de otros tiene porqué ir en contra de de la obra propia.
Y se me ocurre que cierta miopía en el reconocimiento de la obra incuestionable del pintor y maestro de pintores Miguel Pérez Aguilera ha corrido paralela a los elogios que se le manifestaban por muchos de los que fueran sus alumnos, entre los que siempre se nombra una docena de los más reconocidos dentro y fuera del país.
Hoy sin embargo me gusta pensar que el tiempo juega a favor de esa obra que siempre nos ha parecido portadora de luz propia, pues en estas topografías iluminadas de Pérez Aguilera, siempre reconocibles y siempre distintas, encontramos un destello nuevo cada vez que las miramos. Por otra parte, nadie escapó mejor a la clasificación más socorrida, pues nunca acabaremos de saber si sus telas nos describen reflejos hiperrealistas o coloristas abstracciones. Cuando descubramos ese misterio, puede que se produzca el milagro del que habló Kandinsky,
«...Según dicen, el estudio de Miguel Pérez Aguilera se encuentra repleto de cuadros nunca vistos, su número sobrepasa lo imaginable y son tantos y tan gratos a la mirada, que el día que por fin puedan ser mostrados, harán realidad el vaticinio de Kandinsky; habrá hombres que oirán y verán».
Fernando Martín Martín. ELOGIO DEL FRANCOTIRADOR. De Diez Pintores Andaluces. Ed. Caja de Ahorros de Cordoba, 1991.
Las fotografías corresponden a la obra Sotilegio (ol/lz. 80x80 cm.) de 1972 y la imagen de D. Miguel en su estudio de la calle Asunción del que nos habla Fernando Martín fue tomada por José Luis Pérez en 1991.
5 comentarios:
No conocía a este pintor pero me encanta la luz que desprenden sus cuadros.
Gracias por este recuerdo a mi padre
A tí Cristina. Y a tu padre por su trabajo, desde luego.
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Me alegro de este feliz encuentro de tres amigos en torno a un maestro junto a su hija cristina me encantaría ver algún día uno de sus cuadros. Desde luego que Madrid debería tener alguno en el reina Sofía un abrazo
Comparto tu opinión Ignacio. Y en la colección permanente.
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