martes, 21 de junio de 2011

Memoria del exilio


Va desfilando por el libro -la mayoría con el paso cambiado- lo más representativo del exilio español de posguerra, con especial detenimiento en los que se quedaron a vivir en la América española, y todos ellos clasificados por sus epígrafes gremiales: poetas, filósofos, políticos, cientificos... Y como no podia ser menos en tan heterogénea humanidad, el periodista y cineasta Calos Sampelayo, exiliado él mismo, nos los representa con toda la subjetividad del observador que trató a muchos de ellos. Como nexo que los une, con independencia del éxito o fracaso en los modos de ganarse la vida, queda ese retrogusto amargo del desarraigo de España, destacando las páginas que dedica a Domenchina o a Garfias, por ejemplo.

Entre los más coloridos retratos dedicados a los políticos está el de Indalecio Prieto del que nos cuenta al detalle sustanciosos episodios como el modo de financiación del Colegio España en México DF. o los intentos de algunas personas cercanas a él (aparentemente fallidos) por convertirlo a la práctica del cristianismo. Como personaje público cada vez más contestado, tuvo la desventaja de morir con veinte años de retraso y este involuntario desliz fue el causante de que su figura política acabara tambaleándose. Aquí, una opinión a vuela pluma:

«Presidente de todos los entierros, orador de todos los banquetes, tanteaba entre sus sombras vacilantes como un enfermo que se fuera a caer en el último ataque de nostalgia. Un grupo de amigos le rodeaba, sólo un grupo de amigos que cada vez se iba reduciendo más por la muerte, el olvido y el desacuerdo.
Porque esa enfermedad de nostalgia que padecía Don Inda, le había llevado a aceptarlo todo, a estar conforme con todo, a razonarlo y considerarlo incluso. Tenía muchas antipatías, esa es la verdad, más enemigos que amigos. Rivas Cherif exclamaba cada vez que caía un español en México:
—Y Prieto tan campante. Pero, ¿es que ese hombre no se va a morir nunca..? ».

Carlos Sampelayo. LOS QUE NO VOLVIERON. Ed. Los Libros de la Frontera. Barcelona, 1975.

La fotografía procede del conocido como
Archivo Rojo del Ministerio de Cultura, que a pesar de ser propiedad de todos los españoles, ya vemos con qué abusiva marca de agua lo ponen a nuestra disposición. En febrero de 1938 Prieto y su característica doble papada visitan el frente de Madrid.
El diseño de la portada del libro es de Jaime Lara Oliva.










3 comentarios:

José Enrique Viola Nevado dijo...

Está ya uno harto de la moda de la marca de agua, esa nueva ola que nos invade. Ya hasta los diarios de provincias ofrecen las filminas a tamaño sello y tatuadas encima con el nombre de la firma y del fotógrafo a escala cinesmacope. El flickr también está invadido de rótulos de aquellos que se creen que les van a robar las fotos el National Geographic.


Y de como la caída República pasó de la dignidad del exilio a la astracanada en el México lindo es un historia que no gustará a nadie. Pero nadie habla (ni tal vez hablará) de esos girasoles ciegos.

enrique dijo...

Don Inda sustuvo en su -largo- exilio una frecuente relación epistolar con el Dr. Marañón, que le ayudaba a vencer la nostalgia.

Quizá le sirvieron al político socialista tantos años para reconocer errores propios y ajenos...

Alfaraz dijo...

Merece mención aparte, D. Henry, lo que yo llamo exilio semoviente; quejandose siempre de la feroz dictadura pero luego resulta que se paseaban por Madrid como el mismísimo marqués de Villaverde.

Marañón lo que tenía es que se hablaba con todo el mundo. Hasta con el cardenal Segura, que ya es decir.




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