Para no perder la costumbre en estas presentaciones nos hacen entrar en la sala casi a tientas, y como queriendo justificar esas oscuridades en seguida nos cuentan el proceso de restauración de la sarga maltratada, tela mártir de todas las ignorancias, que se ha llevado lo que no está en los escritos mal reentelada y cubierta por espesa capa de una especie de silicona brillante que ocultaba la maravilla de matices que despliega Pieter Bruegel el Viejo en cada una de las casi cincuenta obras que tiene catalogadas.
El descubrimiento de la obra tiene su propia intrahistoria, que en este caso se quedaría en el estadio anterior al término "culebrón" y que la narradora oficial -muy en su papel- nos cuenta solo a medias. El motivo del silencio serían las reticencias iniciales del Prado, por lo que el mérito de esta resurrección cabría atribuírselo, a pachas, a eficiente empleado de Sotheby´s que lo descubrió en un oscuro pasillo del domicilio cordobés de su antigua propietaria y a la restauradora del Prado Elisa Mora que al parecer hace encaje de bolillos desfaciendo los desperfectos que provoca el tiempo y la ignorancia.
Como alguien podría preguntarse para qué tan minuciosa restauración si luego los detalles no pueden apreciarse en una sala medio a oscuras la respuesta viene ahora: para subir a la red todos los vídeos y las infografías posibles del antes y el después. Los que no puedan resistir el cierto fetichismo de tener la obra delante, en la Sala D (ampliación) hasta el 25 de marzo.
2 comentarios:
No dudo que el descubrimiento de la sarga sea parte de un inmenso culebrón, que dura ya varias décadas.
Como usted muy bien sabe.
Se impone novelón sobre la conexión cordobesa.
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