Un comentario anterior proveniente de Piadoso Cuaderno, nos recuerda unos de los más bellos versos de la irregular poesía de Dionisio Ridruejo. En ellos cita a seis amigos muertos durante su juventud.
Conozco a cuatro de ellos: Pedro (Maldonado); Samuel (Ros); Emilio (Aladrén) y Jaime (Soler Murilo). Gabriel y Enrique se me resisten por el momento, pero -para compensar- a Ros lo cultivo hace tiempo como a una rosa de invernadero, disfrutando sus relatos mágicos y tristes. De todos ellos, nos dejará un retrato entrañable en sus memorias.
Dejemos nosotros aquí el poema deliberadamente incompleto y recordemos que la edición de la que procede es la Antología de Alianza Editorial (Madrid, 1976) preparada por otro amigo del poeta, Luis Felipe Vivanco, que no la pudo prologar pues murió cuando sólo tenía la selección hecha.
Conozco a cuatro de ellos: Pedro (Maldonado); Samuel (Ros); Emilio (Aladrén) y Jaime (Soler Murilo). Gabriel y Enrique se me resisten por el momento, pero -para compensar- a Ros lo cultivo hace tiempo como a una rosa de invernadero, disfrutando sus relatos mágicos y tristes. De todos ellos, nos dejará un retrato entrañable en sus memorias.
Dejemos nosotros aquí el poema deliberadamente incompleto y recordemos que la edición de la que procede es la Antología de Alianza Editorial (Madrid, 1976) preparada por otro amigo del poeta, Luis Felipe Vivanco, que no la pudo prologar pues murió cuando sólo tenía la selección hecha.
Pedro, Gabriel, Enrique,
Samuel, Emilio, Jaime;
nombres que va teniendo
la tierra de mi carne,
párpados de las horas
que no podrán mirarme,
caminos imposibles,
lueñes eternidades.
Venid aun, traedme
los futuros instantes,
los ayeres truncados
que en el tiempo dejasteis.
Venid como la niebla
de otoño a separarme
de este mundo que han roto
vuestras sombras mortales.
Venid; me habeis dejado
tan solo y tan cobarde,
tan solo y tan cobarde,
tan extraño que apenas
sí acierto a recordarme,
sumido cuerpo a cuerpo
en vuestras soledades.
.../...
11 comentarios:
Es uno de mis poemas favoritos.
"Venid aun, traedme
los futuros instantes,
los ayeres truncados
que en el tiempo dejasteis."
Que versos tan soberbios....
Estimado Alfaraz, yo tengo "En la soledad del tiempo" publicada por Clásicos Castalia. Según nota a pie de página, los que te faltan son Enrique Sotomayor y Gabriel de Cáceres. Ignoro quién es este último.
De Samuel Ros no he leído nada,pero por lo que cuentas, imagino que merece la pena.
Coincido con Natalia y contigo en que la Rima... es uno de los más hermosos poemas de Dionisio Ridruejo.
Un afectuoso saludo
Voy a ir a Canal Sur 2 a un programa que se llama el público lee a comentar un libro sobre un autor que desconocía, Alejandro Sawa. Es una biografía por la que la autora, Amelina Correa Ramón, ha recibido el premio Antonio Domínguez Ortiz. Seguro que te suena. Fue el personaje que inspiró el Max Estrella de Valle Inclán, Luces de Bohemia.
Natalia, me alegran estas complicidades poéticas. Resultará finalmente que Ridruejo no está tan olvidado como pretenden.
Y Javier, me olvidé de que el "archipuro" Sotomayor, caído de la 250, era Enrique de nombre. Ahora sólo nos queda este Gabriel de Cáceres.
Samuel Ros es un romántico del XVIII trasplantado a principios del XX. Espero recordarlo por aquí cuando acabe de leermelo entero, ahora estoy con sus artículos peridísticos, y he conseguido algunas primeras ediciones.
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Pues ya ves que Dionisio y su poesía no están tan olvidados.
Siempre que veo una fotografía suya me viene a los ojos Castilla, Soria, El Burgo...
En su rostro los lleva dibujados.
"Los futuros instantes/los ayeres truncados" son un hallazgo y una extraña manera de tocar un tiempo que ya no será nunca. Pero también ese natural "Venid, me habéis dejado/tan solo y tan cobarde". Cualquiera que haya perdido un amigo sabe que eso es así: uno se siente solo y cobarde. Y decirlo exactamente así es difícil. Solo había que decirlo así.
No conozco a nadie de los que nombrais esta vez, pero a nadie.
Esa es una de las razones por las que vengo:-)
Un saludo.
Dionisio merece la atención de los españoles de bien.
Samuel Ros tuvo mucha relacion con mi abuelo.
Fuente entre otras cosas director de Vertice alguno de cuyos ejemplares tengo por las colaboraciones de Adriano.
Espero que te guste la Telefonía te la iba a mandar yo pero te ancipaste.
Tu lealtad a los admirables autores y valores es constante.
Es loable en sumo grado que nos recuerdes a quien no debemos olvidar.
Besos magníficos,para un post de gloria.
Gracias, amigo.
Ignacio, he leído que Adriano estuvo en el entierro de Ros en 1945, así que debieron tratarse bastante.
*
Oh, Aurora !
Usted siempre tan gentil.
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Enrique Sotomayor, o un doble Enrique, pues puede aludir en el mismo vuelo a otro Enrique, Quique Ruiz Vernacci al que Ridruejo recuerda en Carta a la madre de un camarada muerto. Somayor cayó cuando acudía a rescatar el cuerpo de Quique. Alguno de los amigos lo interpretó como un viaje voluntario hacia el final, igual que el de Gaceo y tantos otros de la primera hora que preferieron la tumba nevada a la revolución rota en la noche del Lobo. Y así no ser, con el retorno, el verso de Santamarina "los que hicieron a diario cosas propias de arcángeles, los niños hechos hombres de un estirón de pólvora, los que con recias botas la vieja piel de toro trillaron -decidme- ¿qué se hicieron? Pocos años bastaron para enfriar sus almas, aquel sueño glorioso creen que no vivieron, no yerguen las cabezas ni les brillan los ojos al mirar como pasan sus marchitas banderas. Adonde están ahora -decidme- ¿qué se hicieron?"
La dolorosa historia de Samuel Ros está bien tratada en La Desesperación del Té (27 veces Pepín Bello) en PRE-TEXTOS.
Blog sorprendente. Aire fresco.
Muchas gracias por tu iluminador comentario Rodri. Personalmente no conocía esa historia de los dos Enrique que nos comentas.
El texto de SantaMarina sí, que es un disparo a la conciencia.
Y si tenía buenas referencias del libro de Petón, sabiendo que habla de Ros, ya me pongo tras él.
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