lunes, 28 de junio de 2010

El desierto de los tártaros


En seguida me percaté que la fortaleza Bastiani está en Melilla, ya se llame fuerte de Rostrogordo, Horcas Coloradas o Chafarinas, y eso lo puede saber cualquiera que haya estado ejerciendo de militar en la antigua Rusadir por ínfima que fuera su graduación, como era mi caso. Quiero decir que cualquiera que haya vivido una situación similar no podrá menos que evocarla leyendo esta novela de Dino Buzzati (1906-1972).

A partir de ahí no cabe hacerse lenguas ni con la imaginación del novelista ni con el kafkianismo de las situaciones, pues no son tan inconcebibles como se pretenden. Están, eso sí, muy bien contadas pues primero Buzzati plaga la trama de indefiniciones (temporales, espaciales o de cualquier otro tipo), y una vez que elimina toda referencia a la que asirnos no nos queda más que seguir el argumento a ciegas. Cuando nos quita la escalera solo podemos agarrarnos a la brocha y en ese trance nos quedamos hasta el sorpresivo desenlace.

Dino Buzzati -ya lo vemos en la fotografía- nos lleva a una calle sin salida mientras él se queda contemplando unas flores.
La lectura de la segunda imagen se me antoja más cogida por los pelos; para novelar horizontes lejanos y argumentos remotos, no hay nada como rodearte de los objetos más queridos en tu ámbito más cercano. En este caso, su despacho probablemente milanés.







5 comentarios:

enrique dijo...

Mi graduación fue la de soldado camillero, así que tampoco llegué a mucho.

Tomo nota, como siempre. La lista toma ya proporciones colosales.
Es cierto, nada qmejor que la imaginación y la casa de uno para evocar y trasladarse a horizontes lejanos; como Kant, que fue profesor de geografía y jamás salió de la ciudad de Königsberg.

Olga Bernad dijo...

Me has hecho recordar que este libro ya me lo aconsejó un comentarista allá por la Semana Santa del año pasado, y no me hice con él. Fue a propósito del texto aquel de Sedeisken, ya que esa mirada sobre la explanada solitaria le recordaba al principio de esta obra. Tal vez ahora, en el descanso del verano, me decida por fin a buscarlo y leerlo. Me fío de tus propuestas, siempre me abren otros caminos.
Te contaré;-)
Abrazos.

Buenos dias con Poesía dijo...

Aquí un enchufado que la hizo a en Transmisiones a la vera de Regulares Alfonso XII y que se chupó 54 guardias de armas.

Izquierda alante. Derecha atrás. Al cielo con ella.

P.D: Me imagino que te has leído Imán.

Alfaraz dijo...

Enrique y José Luis,
veo que los tres hemos caído en una doble incorrección: la de no avergonzarnos de haber hecho la mili y la de dar a entender que ya vamos teniendo una edad.
Me apresuro a aclarar que todos la hicimos prácticamente en el último reemplazo que aquello fue posible...



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Alfaraz dijo...

Olga, me acabo de releer tu entrada Sedeisken. Azaila, Belchite...
A pesar del ambiente bélico, en esta novela se hace protagonismo de la ausencia de batalla. Creo que te gustará.



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