lunes, 28 de marzo de 2011

El lucero Perdigón


Mucho antes de conocer la historia de cómo el toro Perdigón perdió la cabeza, ya nos podíamos imaginar a Winston Churchill aficionado a los toros. Por pícnico, por fumador de habanos y por sentencioso, a nadie le hubiera extrañado ver a don Winston acodado en la barrera de una plaza cualquiera. Sin embargo, donde no me lo puedo imaginar bajo ningún concepto es contemplando un partido de cricket en pradera de cesped mientras se come un sándwich de pepino, pongamos por caso.
La historia de la cabeza del Perdigón, el toro lucero con el signo de la victoria en la frente, se escribe con tres nombres, y además de Churchil y Manolete yo me quedo ahora con el de D. José Escobar Barrilaro que era el que criaba entonces, como siguen criando sus nietos, los famosos toros gracilianos en Isla Mínima, que en la escala de mitificación ganadera están solo un punto por debajo de las reses que el rey tartesio Gerión criara allí mismo.

La Comunidad de Madrid inauguró el sábado una exposición (Complejo El Águila en Ramirez de Prado 3) a cuenta de la relación de Churchill con España y como no todos los episodios fueron muy lucidos, nos quedaremos con el tema taurino. Allí está colgada esa fotografía tomada en Sevilla en octubre de 1958; a la derecha el parque de Maria Luisa y a la izquierda el muelle de las Delicias. O sea, como si fuera para la Maestranza.



1 comentario:

enrique dijo...

Parque de María Luisa y muelle de las Delicias, camino de la Maestranza.
Qué diferencia debió de notar el Sir con la niebla de Londres!!