Golondrina en el aire, como puntos
suspensivos, caligrafía del alma
en el ancho azul de la tarde andaluza.
Y el recuerdo de tantas cruzando finas,
en orlas y en suspiros del Ochocientos
y en ese cobrizo papel de aleluyas:
«La golondrina ligera / del verano
es mensajera». Golondrina en el aire
Juan Manuel Bonet. GOLONDRINA EN EL AIRE. 2010.
Repasar esa selección de fotografías de Bernard Plossu —creo que ya está dicho— es lo más parecido a participar en una historieta de Tintín, o varias, sucesivamente. Porque una de las características de esas imágenes es que a pesar de haber sido tomadas hace unos pocos años, parece que todas son de antes de la guerra. De una guerra cualquiera, sin especificar. Y luego está esa permanente evocación del viaje que nunca se realizará porque el lugar de destino ya ha dejado de existir tal y como lo recordamos, de manera que mejor quedarse en casa.
Como no podía ser menos, esa Europa desaparecida que se muestra nos trae el recuerdo de su deudo más directo, Paul Morand, viudo de Europa al que se menciona en uno de los versos, pero cuyo espíritu nos ha parecido que no solo inspira los poemas sino que él mismo ha sido el comisario de la exposición.
De nuevo hay que volver a la galería José R. Ortega, donde se expone la selección de 30 fotografías de Plossu acompañadas de 30 poemas de Juan Manuel Bonet. Dejamos aquí un ejemplo de lo más meridional. De lo más morandiano, por tanto.
2 comentarios:
Es cierto, parece de antes de la guerra...
Me gusta esa golondrina pequeña volando sobre el mundo desenfocado. Caligrafía del alma.
Definitivamente, la golondrina es la única que está en su sitio.
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