miércoles, 7 de marzo de 2012

Arquitectura y repostería


Se presentaba recientemente lo que pretende ser el catálogo completo de la obra en común de Aizpurúa y Labayen tanto de obra construída como proyectada, y esta tarde se inaugura en la sala Ganbara de San Sebastián la exposición consiguiente con documentos originales de los arquitectos. El título de la muestra está tomado del artículo que José Manuel Aizpurúa publicara el 1 de marzo de 1930 en la Gaceta Literaria en el que ni deja títere con cabeza, ni pierde ocasión de llamarnos a la revolución. Y todo esto, hay que recordarlo, tres años antes de la fundación de Falange.
Leído el texto no solo le cuadra el lugar común de que parece haber sido escrito la semana pasada, sino que es así literalmente. Ejemplo de artículo para todos los públicos, se hace entender con claridad y sin circunloquios, eso que raramente ocurre cuando leemos a un arquitecto teorizar sobre arquitectura, recordemos que estamos ante una casta que maneja su propio lenguaje. La crítica principal se dirige contra los propios colegas que van en contra de su tiempo (la andanada a las exposiciones de Sevilla y Barcelona en 1929 no tiene desperdicio) y sigue por los que pretenden hacer de la arquitectura racional algo exclusivo de minorías selectas. Con una sutileza digamos que desigual, los llama farsantes, deshonestos y trincones, de manera que entre los compañeros de profesión no creo que tuviera muchos amigos.

Pero con todo ese compromiso del arquitecto contrasta el de su compilador, el profesor José Angel Medina, responsable de la monografía y la exposición, al cual la fundación de la Falange donostiarra por Aizpurúa le parece un tema controvertido, e imagino que ese será el motivo de la asepsia con que soslaya su fusilamiento frente a las tapias la carcel de San Sebastián cuando nos dice que "en julio Aizpurúa es llevado a la cárcel y morirá en septiembre" de manera que nos asalta la duda de si finalmente nuestro arquitecto murió de una angina de pecho.

Hasta el 29 de abril en el Koldo Mitxelena Kulturunea.











3 comentarios:

romualdo maestre dijo...

Es lo que suele pasar con la memoria histórica. Yo ya escribí un artículo en ABC recordando que a José Antonio lo fusilaron, no murió haciendo "footing". Saludos. Los dioses emboscados

Anónimo dijo...

Por la fecha del artículo, 1930, conjeturo que Aizpurúa estuviese cabreado por su reciente experiencia con el edificio del Ateneo Mercantil de Valencia (1929). El edificio es una obra fallida donde uno intuye injerencias pasteleras, usando sus palabras. Donde dice Exposición de Sevilla o Barcelona se puede intercambiar -sin alterar el resultado- con la palabra Valencia.
Lo triste del edificio es lo que uno intuye que pudo haber sido y en lo que finalmente terminó: la historia de España, vaya.
A.A

Alfaraz dijo...

Cierto Romualdo, recordemos aquel artículo tuyo que aporta la realidad de los hechos frente al marketing libresco.



Yo también creo A.A. , que el concurso para el Ateneo Mercantil de Valencia (con esa fachada salida de un obrador) fue el primer choque con la realidad. Claro que aquí se desahoga a base de bien.



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