Esta calurosa tarde de domingo, tomando unas copas refrescantes nos dicen que lo estamos haciendo dentro del último premio Pritzker de arquitectura. El caso es que la magnífica ampliación que el parisino Jean Nouvel diseñara para el Museo Reina Sofía, incluye en los bajos del Auditorio una socorrida cafetería, y allí nos comentan la noticia. No se premia la obra, sino al arquitecto, pero podría haber sido al revés.
No parecía fácil añadir de manera armoniosa este nuevo esquinazo al compacto bloque de piedra del antiguo hospital reconvertido en museo. Nouvel desde luego lo ha conseguido desde la liviandad...y desde el cálculo matemático en el tratamiento de la luz; pues los vanos de la cubierta tienen la inclinación apropiada para que penetren los rayos solares en invierno e impidan su paso en verano.
Un técnico que desciende a ese detalle no es incompatible con alguien que se detiene a escuchar el eco del pasado, como el mismo arquitecto reconoce respecto a la ampliación del museo madrileño: "En Madrid, busqué los ecos de la ciudad, su historia, en la mole inmensa del edificio en el que debía trabajar. Y esa búsqueda me ayudó a escuchar otras voces que vienen de la historia y están bien presentes en la vida de Madrid."
Ya surgieron comentarios; si el próximo 30 de marzo vamos a la cafetería del Prado, probablemente de den el premio Pritzker a Juan de Villanueva.
Muy recomendable la entrevista a Nouvel en el magnífico Blog de J.P. Quiñonero.
1 comentario:
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Obvio comentar las diferencias de criterio/concepto sobre "maneras armoniosas"
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