martes, 15 de abril de 2008

Robinias azañistas


Aquí que nadie espere ni naranjos ni mucho menos jazmines.
Un brevísimo receso laboral nos deja ver que la hilera de acacias del paseo de enfrente ha florecido casi de un día para otro. Eso nos recuerda -precisamente hoy- aquello que dijo Manuel Azaña de que “En Madrid sólo arraigan dos cosas: las acacias y las mentiras”.
Sin entrar en mayor hondura, tendremos que reconocer al menos en esto, que el Presidente de la República tenía razón. Arraigan en superficie y también en el subsuelo.


4 comentarios:

Terzio dijo...

Y después de las flores, echan unas púas que dan horror.

Como ese que citas y los suyos.

¡Mira que citar a ese!

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Morgenrot dijo...

Pues espero que no arraigue la penosa república, que después del pseupostmodernismo que nos devora, ya sería la gotita que colmara el vaso de las Españas.

Prefiero las acacias, porque de mentiras, aquí son Pinochos hasta los chatos. Y la mentira toda una filosofía de vida.

Hoy debo estar pesimista.

Saludos

Buenos dias con Poesía dijo...

Azaña es admirado hasta por Aznar. Es como el viejo profesor Tierno Galván, como Machado, Unamuno, como tantos intelectuales que dejaron su vida con independencia de colores...

Yo como dice y aprendí de mi maestro Antonio de la Riva soy liberal por visceras, aunque hay días que me levanto con el pie izquierdo y otros con el derecho, por lo que cuando llegan las elecciones me siento muy importante porque formo parte de ese 3% que puede variar en esta España bipolar, y donde el equilibrio sólo se encuentra en las acacias... y en lo bello.

Terzio ya le he dado tu página a un amigo mío que también cura... Espero tu visita a mi blog para bien o para mal ya que se te ve educado. Lo de la hora en Sevilla nos ha hecho mucha gracia, muy sevillano. Espero que seas del Betis, aunque me temo lo peor.

Alfaraz dijo...

JL: el Azaña político fue dando banzados desde el resentimiento personal hasta la incompetencia más absoluta. Otra cosa es que como escritor tuviera matices muy apreciables.
De aquella recua sólo salvo a Besteiro, ejemplo de patriota a pesar de ser socialista.

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