miércoles, 16 de septiembre de 2009

Luys Santa Marina, el archipuro


Se me ocurre que Luys Santa Marina (1898-1980) hubiera reaccionado con indiferencia en el supuesto imposible de que conociera el olvido que cubre a su persona. Sobre todo si tenemos en cuenta que ya en vida se negaba a revelar qué circunstancias de primera juventud lo llevaron a alistarse en la Legión o qué probable vida en América lo llevó a traducir el inglés de Huxley o de Kipling, por ejemplo. Recelos contra los pesquisidores de su intimidad, como nos dice José Luis Gordillo Courcières en su librito Notas de Vida y Obra donde intenta dar luz a este retrato de trazos intermitentes.
De su obra inencontrable, quedan algunas biografías del siglo de oro de las que era estudioso, y de su poesía leída a golpe de antología, destacaremos el mejor ubi sunt azul mahón que, como no podía ser menos, desciende -en línea recta- de Manrique.

Los que hicieron a diario cosas propias de arcángeles,
los niños hechos hombres de un estirón de pólvora,
los que con recias botas la vieja piel de toro
trillaron, en los ojos quimeras y romances,
¿adonde están ahora? -decidme- ¿qué se hicieron?

Pocos años bastaron para enfriar sus almas,
aquel sueño glorioso creen que no vivieron,
no yerguen las cabezas ni les brillan los ojos
al mirar cómo pasan sus marchitas banderas.
¿Adonde están ahora? -decidme- ¿qué se hicieron?
... /...

De su madurez desengañada de la revolución pendiente nos quedan los testimonios de su desprecio de prebendas oficiales y de su humilde piso barcelonés en la plaza de Medinaceli donde estuvo confinado sus últimos años por no poder salvar las escaleras. Fue el peaje que tuvo que pagar por su fidelidad a sí mismo y a la auténtica Falange. Hasta Dionisio Ridruejo le ofreció su reconocimiento con aquel epíteto que no se reservaba ni para sí mismo: archipuro Santa Marina.

Y todo esto antes de ponernos con la antología recién publicada en Comares "En el alba no hay dudas", a cargo de Juan Marqués, del que sabemos poco más que pertenece a la escudería de José Carlos Mainer. En el peor de los casos, el prólogo será el peaje que tendremos que pagar nosotros para conocer mejor a Santa Marina. El archipuro.

El retrato de Luys a los 24 años lo dibujó su hermano José María, y pertenece al archivo de José Mª Calzada.


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5 comentarios:

Enrique Baltanás dijo...

Excelente entrada, como todas, y excelente noticia. Gracias.

Alfaraz dijo...

Obrigado Enrique.

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Javier dijo...

Me imagino que muchos se harían burócratas y otros, simplemente, mayores.

Algunos, me consta, persisitieron.

Hermosa entrada.

Saludos

Javier

ONDA dijo...

Te ennoblece el rescate de los grandes hombres de letras cada vez más soterrados por la propaganda de la mentira.
Algún vínculo creo recordar entre Luys y Adriano del que te daré noticia.

Un abrazo hoy mojado.

Alfaraz dijo...

Pues Javier, de toda aquella generación de vencedores que al final resultaron ser vencidos, Santa Marina es el príncipe.

Y a otro nivel, Adriano no le andaba lejos.

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