Como la mayoría de las obras del pintor, se trate de un paisaje urbano o de un objeto en primer plano, Antonio López consigue dar a la tabla esa especie de halo mate tan personal que es el que hace que sea una simpleza el calificarlo de hiperrealista.
Si apartáramos el plato, la mesa salpicada del fondo podría convertirse hoy en un homenaje a Cy Twombly. Existe esa otra versión en acuarela y con medio conejo sobre un plato de porcelana igualmente interesante.
Y todo mientras esperamos que esta mañana se presente el cartel que la Maestranza de Ronda ha encargado para la goyesca a Miki Leal.
5 comentarios:
Espero ir a ver a Antonio López (porque ver sus cuadros es como verle a él, a su familia y a su entorno) la misma semana que viene.
Ya le contaré.
El autor de los comentarios suprimidos soy yo mismo; se duplicó sin querer y luego me dí cuenta de palabras mal escritas...
Te felicito por tu nuevo blog.
A.A.
P.S: ¿hay algún hiperrealista que sea hiperrealista?
Ya nos cuentas Enrique. El conejo también acabaría en una cena familiar.
Ninguno en puridad A.A. todos tienen apellido detrás. El más socorrido: Americano.
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Ese López lleva la muerte en el pincel: Todo lo que pinta está muerto, aunque pinte a un vivo (véanse - con repugnancia- sus retratos, el del rey, por ejemplo).
Es el caso opuesto a los bodegones del Siglo de Oro, que pintan naturalezas muertas que laten vida.
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Bueno, el rey es que lleva muerto desde 1978 por lo menos.
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