lunes, 18 de enero de 2010

Aquella voluntad honesta y pura


Aquella voluntad honesta y pura,
ilustre y hermosísima María,
que en mí de celebrar tu hermosura,
tu ingenio y tu valor estar solía,
a despecho y pesar de la ventura
que por otro camino me desvía,
está y estará en mí tanto clavada,
cuanto del cuerpo el alma acompañada.

.../...

En la hermosa tela se veían
entretejidas las silvestres diosas
salir de la espesura, y que venían
todas a la ribera presurosas,
en el semblante tristes, y traían
cestillos blancos de purpúreas rosas,
las cuales esparciendo derramaban
sobre una ninfa muerta, que lloraban.


GARCIALASO DE LA VEGA. ÉGLOGA III Tirreno - Alcino.



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3 comentarios:

Hutch dijo...

No me resisto a contar la siguiente anécdota a raíz del primer poema. Pues bien, el curso pasado en 1º de Bachillerato incluí el poema dentro de un examen para su comentario: idea principal, estructura interna... Un alumno me puso que el tema del poema era una alabanza a ¡la Virgen María!
Saludos.

Alfaraz dijo...

Pues fíjate Angelus, que releyéndolo, no te diría yo que no...
Espero que lo aprobaras, claro está.


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Olga Bernad dijo...

Es una delicia, de verdad. No te acostumbras (mejor;-)
Saludos.